Limpieza forense, Albertine

Cuando estallan, las luces nos subliman

Una muestra pequeña

Los espacios pequeños son un reto interesante al momento de armar una exposición. Éstos espacios valen la pena cuando encontrás artistas que logran adaptarse al reto de usarlo bien. Es el caso de la muestra «Cuando estallan, las luces nos subliman» que seguirá abierta en TEOR/éTica, San José. La artista Albertine Stahl diseñó este proyecto en la sala poligráfica, tres paredes bien pensadas para sus «reflexiones visuales sobre el imaginario de la tragedia».

El arte y los medios

Hace unos años los medios de comunicación se auto-regulaban con respecto a la forma de mostrar la violencia en los noticieros y periódicos. En la actualidad, toda la maquinaria mediática está al servicio de la nota roja. Alguien mencionó este hecho hace rato, comparando los fuegos artificiales que vimos en la primera guerra en Irak con los retratos de la muerte que se transmitieron en la segunda intervención. Es simpático, pero al arte centroamericano le ocurrió lo opuesto: pasó de ser violento y militante a volcarse por un minimalismo tardío, que aún habla sobre la muerte y el dolor pero cubre todo con felpa; arte blanco, limpio, frío.

¿Qué relación puede hacerse? Primero, hay una reflexión lógica: la estrategia del arte es destacar en la linealidad de la vida. Ahora que los medios nos venden la sangre, será imposible distinguirla en una exposición. Digamos que ésta sería una postura política. En segundo lugar queda la estrategia comercial: es un hecho que hay mercado para cositas bonitas, más si éstas hablan sobre cosas monstruosas de la vida. Son tendencias, pero el arte que navega las tendencias pegará contra un iceberg blanquecino.

 Girando las tendencias

 Lo que me gusta de la obra de Albertine es que podés dar unos pasos atrás y re-pensar el asunto de las tendencias. Y es que su exposición no se sitúa en la violencia de la vida, en las muertes cotidianas y la sangre que le duele a este mundo; ella en realidad está revisando la noticia como si fuera un objeto detenido en el tiempo. Esta exposición abre un limbo complicado, asume que la violencia se ha institucionalizado en los medios de comunicación al punto de que ha dejado de existir. Lo que persigue este trabajo es el rastro que deja la fotografía, la ficción que redactan los periódicos.

 En vez de limpiar la realidad como hacen artistas de la tendencia, ella plantea un juego más elaborado y pertinente: limpiar las noticias, blanquearlas, dejar visibles las perversas evidencias estéticas de las salas de edición y redacción. Fui a preguntarle sobre este asunto, que es la base de su exposición y me explicó un detalle que no es explícito en las obras, pero que revela bastante: «lo que hice en el tríptico -dijo Albertine- fue analizar el encuadre y toda la estética de fotografías bien tomadas por reporteros gráficos. Cuando documentan una masacre se agachan para hacer bonitos escorzos y hacer composiciones artísticas con proporciones áureas».

 Este diálogo entre Albertine y la fotografía periodística se refiere al tríptico «Una función difusa», representación de tres cuerpos tendidos en el suelo, llevados a la síntesis del boceto. Pero encuentro que esta misma lógica también la traslada al políptico «20 posibilidades estéticas de una noticia»: varias piezas aluden a la visualidad de los textos, como decoración, como noticias que organizan un hermoso e innecesario conocimiento. Constantemente se nota en la exposición una labor editorial de la artista, que se permite curar la ficción de los medios, la cual a su vez había sido curada para su consumo popular.

Bueno, visite la exposición en TEOR/éTica antes de que el tiempo se lleve todo y la sala poligráfica quede otra vez en blanco. Tiene hasta el 25 de febrero de 2017.